Disfruto de los pequeños placeres aberrantes del existir en una sociedad arremetida entre una construcción social limitante y un constante estigma a lo que no se entiende a simple vista, a todo eso que conlleva creatividad, novedad, orgullo, expresión, cultura, belleza, miedo y Amor.
Entre señoras con la presión alta y caballeros aterrados de tanto ver valentías con pies transitar en las calles, con sus peculiares vestidos cortos, las transparencias y las osadías de pelo multicolor por decir poco. peor aún, sintiéndose dueños de su porvenir. Pero qué atrevidos son quienes tienen valentía, como si fuese cosa de ser quien eres tal cual. Inaudito.
No tienen perdón con la exposición, ni tampoco con la cautela, los hay quienes prefieren la noche y otros que disfrutan del primer sol del amanecer. llenos de gozo, liberan sus ansias de existir y ser para no parecer. Las hay, Los hay y les hay. Nadie les impone ni tampoco se les exige, nadie puso esperanza en tales potencias.
Contemplan sus figuras sin recelo, sin emitir critica alguna, sólo disfrutar. cometen ocultismo, rehúsan la conformidad de lo que se entrega tan fácil, criados para luchar por todo. se desorientan con la simplicidad del obtener. no tienen miedo a bailar, menos para besar.
De sonrisas frágiles con gusto a libertad, de miradas camufladas con tristeza, con mentalidades tan abiertas que no cabe prejuicio en su diccionario, anarquistas, empoderados y malcriados. así eramos.
¿Manos tomadas?, ni hablar de ello. menos sentir amor arrebatado. siempre disimular las caricias y jamás ser vistos por ojos asesinos. huimos a los parques y rincones urbanos donde el alcohol nos despoje de pesares y permitan lo que nos perteneció por derecho.
Sociedades moralmente instruidas para aniquilar cualquier rasgo de afecto que no se genere por sola procreación ni estructura instaurada. Este mundo nos hizo para ser quienes vivimos en la trinchera del importuno y la sumisión, esclavos de nuestros gustos. los míos algo más críticos y dignos de una lapidación que los tuyos.
Placer, el saber que no me aprecias ni me respetas. más aún de corromper tu mirada con ambigüedad y desfachatez. no saben el placer exquisito que entrega el saber que tu voluntad se quiebra ante la capacidad de ser quien soy. del rencor por algo que te pertenece tanto como a mí, de disfrutar e invitarle a vivirlo.
Ahora, no por ser más tarde que ayer. tendremos que perder el singular gusto de admitir el nuevo aire de libertad. tal ves miraremos desde los costados, a todos lo nuevo que vendrá. pero si ha de ocurrir, sólo siento miedo de un día ser el mártir de quien sólo quiso nacer como es. Libre.