Dicha torre estaría al igual que la base presurizada con gas; gracias al kevlar y a una perfecta e invariable presurización resistente a cualquier fuerza externa se podría dotar a la torre la imperturbabilidad y rigidez necesarias para poder llevar hasta ella vehículos espaciales de gran tonelaje. Hay que pensar que hay que subir vehículos de decenas y cientos -en algunos casos- de toneladas en un ascensor de 20 kilómetros. Puede parecer fácil a simple vista, pero desde luego es una de las tareas más complejas a las que nos podemos enfrentar.
El director técnico de la prensa, a su vez doctor, licenciado y profesor asociado de Ingeniería Espacial en la YU (Universidad de York) canadiense, Brendan Quine, ha revelado el coste de la misma, que no es poco: de 5.000 a 10.000 millones de dólares en un principio, más un coste temporal de 3 a 5 años para construir una réplica de la torre y otros tres años para construir esta misma a escala real (20 kilómetros), esta primera para realizar pruebas y estudiar múltiples variables; nos iríamos pues a una demora de 6 a 8 años.
Todavía no ha habido pronunciamiento financiero, pero de producirse sería una de las obras de la ingeniería más increíbles realizadas hasta la fecha.
Lo que me hace recordar: